El Coronel Antonio Rodriguez-Medel
Nieto, deja la Comanancia de Zamora tras cerca de siete años al mando de
la misma, enamorado de la Guardia Civil, durante sus años en Zamora
hizo que la Institución más valorada y querida por los españoles se
abriese a la ciudadanía zamorana, se mostrase mas cercana, mas unida al
pueblo al que sirve.
Tras su ascenso a Coronel el pasado mes
de noviembre, el mismo mes en que fue nombrado Socio de Honor de Circulo
Ahumada, por su labor de difusión de la Historia de la Guardia Civil,
de sus principios y valores, el coronel Rodriguez-Medel, escritor,
historiador y colaborador ocasional de Benemérita al Día, donde hemos
publicado alguno de sus articulos sobre Historia del Cuerpo, pasa
destinado a San Lorenzo de El Escorial, es evidente la huella que este
gran guardia civil, en cuya persona se reflejan esos valores que la
Institución a la que pertenece siempre ha tenido gala de tener, honor,
lealtad, sacrificio, espiritu benemérito, amor al servicio, ha dejado en
Zamora y entre sus ciudadanos.
Muestra de ello es el artículo que desde
La Opinión de Zamora y de la pluma de una de sus colaboradoras
habituales, Carmen Ferreras, han publicado para agradecer a nuestro
Socio de Honor de Circulo Ahumada y colaborador de Benemérita al Día, su
trabajo y su buen hacer al frente de la Comandancia de Zamora, por su
interés reproducimos a continuación el articulo de Carmen en La Opinión
de Zamora:
"Este miércoles, a eso de las tres
de la tarde, en el Restaurante Sancho 2, autoridades, compañeros y
multitud de amigos despiden, en un almuerzo de homenaje, al coronel
Antonio Rodríguez-Medel Nieto. Se va tras su reciente ascenso. San
Lorenzo del Escorial será su nuevo destino. Después de más de seis años,
llegó a la provincia como teniente coronel el 19 de abril de 2010,
Zamora pierde y San Lorenzo de El Escorial gana a un oficial y caballero
que ha sido capaz de dejar huella no sólo en la Comandancia de Zamora,
también entre los ciudadanos, las instituciones y los amigos que deja
por doquier. Ese es su mayor activo.
Dice la estrofa de una vieja
canción: "Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío que no lo puede
llenar, la llegada de otro amigo. Cuando un amigo se va queda un tizón
encendido que no se puede apagar ni con las Aguas de un río". Así es en
el caso del coronel Rodríguez-Medel. Así es en el caso de Antonio, el
ser humano, el hombre que hace honor a su condición albergando un alto
sentido de la justicia, honrando a la amistad y el compañerismo con
obras que son amores y no buenas razones. Sostenía Fray Antonio de
Guevara, cronista de Carlos I y autor de "El libro áureo del emperador
Marco Aurelio", lo siguiente: "Lo que al caballero le hace ser caballero
es ser medido en el hablar, largo en el dar, sobrio en el comer,
honesto en el vivir, tierno en el perdonar y animoso en el pelear". Y
tengo para mí que esa descripción detalla al dedillo al coronel Antonio
Rodríguez-Medel.
Nunca, como hasta la llegada a
Zamora de este malagueño de la añada del 64, la Guardia Civil,
institución consagrada como ninguna otra al servicio de los ciudadanos,
se había mostrado tan abierta, tan cercana y tan nuestra. Estimo que la
competencia profesional, las grandes cualidades humanas, la sencillez,
la tolerancia, el orgullo de pertenencia a una familia, la propia, la
que forma con Montse, su esposa, y sus hijos, junto a la otra más
numerosa de los hombres y mujeres de la Benemérita, han tenido mucho que
ver para que su fructífera etapa en Zamora haya estado rodeada de
brillantez castrense y humana y de cercanía a los ciudadanos que tanto
valoramos.
Antonio Rodríguez-Medel, escritor e
historiador, socio de honor Círculo Ahumada, que ha difundido como nadie
la historia de la Guardia Civil, está en posesión de infinidad de
condecoraciones y, lo que enseguida te atrapa, es "buena gente" donde
los haya, como así lo describen sus compañeros, es un Guardia Civil de
casta y de casta le viene. No en vano, este hombre que ha tenido un buen
número de destinos vistiendo con honra su uniforme, orgulloso de la
institución a la que pertenece, prodigando su cátedra de oficial y
compartiendo su magisterio como caballero, tiene el mejor referente en
su propio padre, es hijo de quien también ocupara esta plaza, el coronel
Ramón Rodríguez-Medel Carmona, hombre de convicciones firmes y
extraordinaria trayectoria humanitaria, de la que su hijo es digno
sucesor. Antonio es un zamorano más que ya conocía bien esta plaza que
holló con su huella años ha.
La columna de hoy se me queda
pequeña para poder decir, para poder contar todo lo que de Antonio se me
queda en el tintero de los afectos, del reconocimiento, de la gratitud.
Y yo tengo una deuda incancelable de gratitud con él. Perdemos al mando
pero no al amigo. Aunque, debo confesar que también, hoy, a mí, algo se
me muere en el alma por este amigo que se me va. En San Lorenzo del
Escorial, en Málaga, en Zaragoza o Toledo, allá donde su destino le
lleve, ¡suerte y hasta siempre, mi Coronel!"