Aunque tengo para llenar una
enciclopedia, mi idea es no escribir nada de la Guardia Civil hasta que
deje de ser parte interesada y activa, pero el otro día, mi hermano, el
menor de cuatro, me envió un correo con un artículo del periódico ABC de
mayo de 1976, que tras leerlo, me hizo pensar en una posible respuesta a
una pregunta que tanto autóctonos como foráneos me han realizado alguna
vez. ¿Qué tiene la Guardia Civil que infunde más respeto que cualquier
otro cuerpo policial?(Y no será por falta y variedad de ellos en esta
España de las regiones, piel de toro, que más que vertebrada parece
cuarteada).
El artículo reza, con un titular de
los que por aquellos años eran el pan nuestro de cada día “Guardia
Civil muerto en Legazpia(Guipúzcoa)”, uno de tantos, si no fuera por que
por esas fechas estábamos viviendo allí, con mi padre, Guardia Civil de
los de tricornio, capa, bigote y mala leche, y como para no tenerla,
con turnos de sol a sol y cuando llegaba a casa después de patear monte,
tenía que quitarse con aceite, cigarro y tijeras, las garrapatas que se
le habían subido a las piernas durante la noche, antes de meterse en la
cama con mi señora madre.
Mi hermano me dice, que tras leer
el recorte de prensa se quedó impactado, y no es para menos, ya que
puestos a echar cuentas, si mi progenitor hubiese sido el protagonista
del titular, mi segundo hermano y yo hubiésemos quedado huérfanos, pero
es que él, no habría llegado a nacer, al no ser concebido hasta unos
años después.
Para centrarnos en materia y
resumiendo, la noticia narra como un Sargento y tres números(Antes nos
llamaban así, y ahora que no, pues resulta que hay que llevarlo visible,
y menos mal que inventaron el velcro, por que sino, llevaríamos el
numerito como las vacas, grapado en una oreja), fueron a la presa de un
embalse en la que habían encontrado una ikurriña con un artefacto
explosivo. Una vez verificado esto último y por el mismo camino
volvieron los cuatro, para informar a la cadena de mando. Posteriormente
regresan al lugar el Cabo 1º Antonio Frutos con dos guardias civiles, y
allí participan al Cabo 1º, de que otro artefacto había explosionado
durante la noche destruyendo el vehículo de un empresario, por lo que
este decide volver para informar del hecho, permaneciendo los guardias
en el lugar. En ese fatídico momento, pasando por el mismo camino de
idas y venidas, estalla un artefacto activado mediante cable eléctrico,
que arroja a diez metros del camino el cuerpo sin vida del Cabo 1º, que dejaba viuda y tres criaturas de corta edad huérfanas.
Aquí soy yo, el que analizando la
historia me quedo impactado..., y lo explico. Hace unos años, acudí al
funeral de un compañero fallecido en acto de servicio, Juan Jose
Martínez, que por esas tretas del destino, era huérfano de padre,
Guardia Civil, y a su vez Guardia Civil que dejo dos pequeños de cuatro y
dos años huérfanos.
El caso es que esa triste noticia,
acudir a su funeral, escuchar el llanto desconsolado de su joven esposa,
y acordarme de esos pequeños que no volverían a ver a su papá, me dio
que pensar en si realmente merece la pena. Y ahora, después de leer el
artículo al que he hecho referencia me doy cuenta de lo difícil, NO...,
mucho más que eso, tendría que ser para todos los que
sufriendo atentados y enterrando a compañeros día sí y otro también,
tenían que continuar calzándose las botas al siguiente amanecer, para
continuar en una guerra sin frente ni enemigo reconocible, y viviendo
entre algunas gentes del norte que les odiaban sin motivo aparente, y
que según parece ahora, es verdad que hay un cinco por ciento que tienen
RH negativo de un linaje común y
alardean de eso, y yo me pregunto, si no sabrán que la endogamia genera
ANORMALES, aunque por eso quizá no lo sepan... por que a lo mejor lo
son, a la par que feos, rasgo distintivo del genoma ese que dicen.
Pues dándole vueltas a todo este
asunto y como decía al comienzo de la narración, encontré una respuesta a
la pregunta de esa sensación de respeto y aprecio que genera en muchos
la presencia de los beneméritos.
Y la respuesta, es que los cerca de
ciento setenta años de historia de la Benemérita, se pueden escribir
con la sangre de sus caídos y las lagrimas de sus familias, y eso, de
una manera que no se puede explicar lo pueden sentir y lo saben, hasta los más tontos del RH negativo ese del que tanto presumen.
Fuente: Blog A lo mío.